Un Nuevo Viaje: Segunda Parte



Al bajar del tren que me había llevado a un nuevo futuro lejos de Jack, ya notaba la libertad florecer alrededor de mi cuerpo, ya podía saborear los momentos que la vida me había preparado en aquel lugar. Por un lado, estaba impaciente por ver qué era lo que me deparaban los días siguientes a este momento, quería saber a quién conocería y si podría aprender a ser independiente, aunque, por otro lado también tenía claro que no sería muy sencillo, dado que, siempre había vivido con la misma persona, había dejado que controlase mi vida y me mantuviera, debía hacer un esfuerzo por hacerlo por mí misma. No sería tan difícil si existían madres solteras capaces de cuidar a sus hijos, trabajar y sacar adelante su vida... ¿verdad?

A penas había oído hablar de Arizona, ni siquiera sabía lo delicada o ruda que podía llegar a ser la gente que componía este precioso lugar en el que no tenía un sitio donde quedarme. Había robado el dinero suficiente del sótano donde me encerraba Jack como para sobrevivir durante unos seis meses, así que, tenía ese margen de tiempo para encontrar trabajo y un pequeño estudio donde empezar a vivir mi gran aventura en solitario. La estación estaba cerca del centro, así que, empecé a vislumbrar una calle muy larga que, supuse, sería una de las principales que embriagarían la ciudad de tiendas, cafeterías, bares y hoteles; ese era mi objetivo, encontrar un lugar donde dormir hasta el momento de poder encontrar un otro más estable en el que poder meter la cabeza y llamarlo hogar. 

Después de caminar durante horas, me empezó a faltar el aire, noté una presión más arriba del pecho y empecé a marearme un poco. Mi corazón palpitaba con una rapidez que daba miedo, así que, decidí sentarme en un banco cercano para poder recuperar el aliento aunque, un poco más tarde me di cuenta de que el motivo por el que me sentía así no era el cansancio. Cerré los ojos un rato para poder encontrar la forma de tranquilizarme, dado que, también empezaron a temblarme las manos y los labios, justo como había ocurrido en la pesadilla que tuve en el tren unas horas antes de llegar. Apareció ante mí Jack, más que enfadado, su cara no me inspiraba nada bueno y sus ojos penetrantes, empezaron a hacerme sentir como si fuera a colapsar de un momento a otro.

- ¿Crees que vas a poder sobrevivir sola?, ¿crees que vas a poder siquiera darte a ti misma lo que te di yo en su momento?, ¿podrás comprarte ropa bonita, comida y cremas para la piel? - su egocentrismo y pedanía cada vez se hacían más pronunciados, al igual que mi molesto mareo y mi falta de aire. Intenté inspirar y expirar con mayor soltura pero él no salía de mi mente con facilidad, de hecho, era como si estuviera sentado a mi lado, hablándome, sintiendo su aliento en mi cuello, lo cual, hacía que se me erizara el vello de los brazos.

- No seas tan creído, tú ni siquiera me comprabas cremas para la piel - le respondí en un susurro aunque, supiera muy en mis adentros que todo aquel estado era el que me estaba provocando ver visiones sobre el que todavía era mi marido, muy a mi pesar -.

- ¿Te crees muy lista, estúpida? Siempre me pertenecerás, eres de mi propiedad, desde el día en el que dijiste sí quiero te condenaste a tí misma a ser parte de mí, a dejarme entrar en cada parte de tu cuerpo, ahora no puedes escapar porque no te apetezca lavarme la ropa, ¡¿entiendes?! - su enfado era máximo, estaba entrando en un espiral de paranoia y desesperación, como la mayoría de veces que se enfadaba, no permitía que le contestara. Sus gritos incontenibles, me provocaron náuseas, de hecho, me vomité los zapatos a los que tanto cariño tenía de una manera incontrolable -.

Antes de irse, se rió a carcajadas. Todavía estaba algo mareada pero podía respirar mejor, sabía que me controlaba, que me llevaba a su terreno cada vez que se me aparecía en pesadillas o en situaciones así pero, ¿por qué? ya no estaba con él para que me ocurriesen estas cosas... ¿esto iba a durar mucho más tiempo? Al mirar hacia arriba, leí el nombre del hotel al que estaba destinada a pertenecer, tenía una fachada preciosa de color rojo intenso y con un nombre que me cautivaba, dada mi situación: "Freedom Hotel". Crucé la calle con las maletas y me planté en la recepción de aquel precioso lugar, aunque la realidad me dio una bofetada en la cara al saber los precios por habitación. Pero, antes de irme al comprender que no me lo podía permitir, se me ocurrió una idea que podría gustarle a los empresarios del hotel y que la mayoría de la gente solía hacer cuando no tenía dinero y vivía en un país extranjero, de hecho, mi hermana lo estuvo haciendo durante bastante tiempo cuando se fue a trabajar a Suiza.

- ¿Le gustaría tener a una empleada trabajando para ustedes a cambio de una habitación gratuita? - le pregunté, con toda la energía y buena intención de la que fui capaz -.

- ¿Qué quiere decir? 

- Verá, he pensado que podría trabajar para ustedes en cualquier ámbito que necesiten y podría pagar mi habitación. Así ganamos ambos, les ayudo y ustedes me ayudan, no tengo ningún otro sitio donde quedarme, acabo de llegar y me gustaría encajar aquí - el chico me seguía mirando de una forma reflexiva y bastante receptiva, pero al que verdaderamente miraba era a su jefe que estaba justo detrás escuchando lo que yo estaba diciendo sin darme cuenta de ello. Así que, para convencerle, seguí dándole vueltas al tema - He escapado de mi marido y me gustaría ser una persona independiente o, al menos, aprender a hacerlo. También querría que ustedes pudieran darme esa oportunidad... por favor.

- Bueno, esto es algo que no está en mis manos. Puede hablar con nuestro director - con la mano señaló al hombre que estaba justo detrás de mí, atento a cada una de mis palabras, podéis imaginar lo fría y blanca que me quedé al verle - Señor, ¿podría hablar con esta mujer sobre su propuesta?

- Por supuesto. Venga conmigo, por favor - su seriedad me embriagó, no creía que aquello culminase de la forma en la que a mí me gustaría, eran demasiado profesionales para dejar que una persona como yo entorpeciera su negocio -.

Seguí al hombre trajeado con aquel conjunto de color negro, muy parecido al del famoso 007 a paso rápido, pensativa, intentando entrever un haz de positividad tanto en el rostro como en mis palabras. Llegamos a un despacho muy bien organizado, ordenado, limpio y precioso, con unos ventanales inmensos, los típicos que se suelen ver en las oficinas de alto nivel. Me señaló con la mano una de las sillas para que tomara asiento y, lo hice, con cierta timidez que intenté no se notara, él se sentó delante de su ordenador justo frente a mí y me miró con aquellos penetrantes ojos que me recordaban a los de Jack, de hecho, empecé a mirar su cabello, sus labios... Oh, no... esto no podía estar pasando, otra vez no.

Cerré los ojos y empecé a respirar profundamente, escuchaba a ese hombre que tenía justo delante, serio y pausado, llamarme con desesperación pero le oía muy lejano, casi no entendía sus palabras porque él volvía a tenerme entre sus manos, empezó a hacer que mi respiración fuera cada vez más lenta, más acompasada y que me sintiera ahogada. 

- Sabes que no puedes hacerlo, eres una inútil, ¿crees que pidiendo favores vas a escapar de mí? Por favor, si nunca has salido de mi casa... - intentaba por todos los medios que dejara todo lo que estaba haciendo y volviera con él, que desistiera de las cosas maravillosas que podría depararme este momento, quería que volviera a ser su presa fácil pero, intenté poner su voz en segundo plano. Seguía oyendo al director del hotel cada vez más alto, pero todo me daba vueltas...

- ¡¡Señora, señora!! ¿Puede oírme? ¡Oiga! - en cuanto fui consciente de que las manos de este hombre estaban sobre mí y que me encontraba en el suelo, mis mejillas enrojecieron. A parte de ir por ahí pidiendo favores, me había caído de la silla - ¡Gracias a Dios que está bien! ¿Puede levantarse?

- Sí, emmm... lo siento, estoy pasando por un mal momento - le dije, mientras le daba la mano para que me ayudara a incorporarme. En cuanto me senté, seguí con mi disculpa - He salido de una relación muy dura para mí y estoy experimentando una serie de momentos algo intensos, si no quiere que yo...

- No, tranquila. He escuchado lo que le ha dicho a mi empleado en recepción y no me gustaría deshacerme de alguien que podría hacer del "Freedom Hotel" un lugar diferente, así que, me gustaría que formara parte de nuestro equipo de limpieza y orden del hotel, es decir, hacer las camas, limpiar las habitaciones... y podemos garantizarle nuestra estancia aquí hasta que pueda permitirse vivir en otro lugar, está claro que usted no está pasando lo que se diría por una buena racha... ¿le parece bien?

- ¡Por supuesto! ¡Estoy muy agradecida! - había conseguido mi primer empleo y no cabía en mí de orgullo -.

- Ahora, si me acompaña, voy a enseñarle su habitación, ¿de acuerdo? - asentí rápidamente con la cabeza -.

Fuimos por un pasillo de lo más acogedor, era un lugar mágico y no podría estar más orgullosa de pertenecer a él y su equipo, así que, iba a hacerlo perfecto. La alfombra era de un color rojo intenso con los márgenes dorados, estaba alucinando con todo aquello que me estaba pasando y no era para menos, al igual que cuando el director de aquel precioso lugar me abrió la puerta de mi habitación, parecía tan cómoda y acogedora que no tenía palabras para describirla. Tenía una cama con un nórdico de color morado, un escritorio de madera con una lámpara pequeña y una silla del mismo material que parecía de lo más ergonómica, unas cortinas blancas limpias y relucientes, un baño, el cual, tenía bañera, ducha y un montón de espacio para cremas, lociones, colonias... en el pequeño armario que había en el mismo. También tenía un pequeño espacio de lectura en un sillón que parecía  muy cómodo del mismo color que el nórdico con una estantería y un armario tan grande que me quedé anonadada, nunca había tenido tantas cosas.

El director me dio la ropa que utilizaría en el trabajo y me dejó sola para que pudiera disfrutar de mi primer día en mi nueva vida, ¡estaba colapsada de emoción! Pero toda la habitación empezó a girar y a dar forma a aquel sótano del infierno, mugriento, lleno de moho y cucarachas por debajo de la cama, con toda mi ropa apelotonada en un mismo lugar, sin un armario propio o limpieza, podría terminar teniendo alguna especie de infección en aquel sitio mugriento, tan solo tenía un baño cerca de la cama para poder hacer mis necesidades y no tenía ni puerta ni paredes, a parte de que tenía que ducharme con una manguera detrás del jardín de la casa. Volvía a sentirme morir en aquel momento, caí de rodillas llorando desconsoladamente, todo daba vueltas, mi respiración se entrecortaba... como si dejara de existir por momentos.


Os dejo AQUÍ la primera parte de esta historia (pinchad y leerlo en caso de que no lo hayáis leído antes). ¿Os ha gustado? ¡Seguirá pronto, lo prometido es deuda!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Amistades vacías:

Sin Palabras:

Entre las Sombras: